Me gustan las ciudades. Con sus edificios, sus plazas, su gente andando deprisa y sus gorriones comiendo tranquilos en la acera.
Me gusta cuando se cruzan en la misma calle una persona mirando al suelo, aburrida de hacer todos los días el mismo camino, y otra de turismo, embobada mirando arriba a cada fachada para llevarse el máximo recuerdo en el menor tiempo.
Y me gusta cuando a alguien se le ocurre algo para sacudir a la primera de su rutina, haciendo que sus ojos enfoquen un fondo que están acostumbrados a obviar
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