Este año la Navidad casi pasa de puntillas. No he adornado la casa y los regalos me los he comprado yo y me los he regalado un poco antes de lo que tocaba.
Ya pensaba que era inmune a todas las luces y el merchandising que la acompaña... hasta esta mañana, que me he despertado con los villancicos que un trompetista amateur regalaba a todo el patio de luces. Muy despacito para no equivocarse. Al final hubo incluso aplauso vecinal.
Y es que a veces la Navidad se cansa de tanta publicidad y se esconde a descansar donde menos te lo esperas.
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