martes, octubre 19, 2010

De peras y manzanas

- Buenos días

- Buenas, ¿qué va a ser?

- Me va a poner un plato de paella.

- Mire usted, es que esto es una pizzería. Tenemos pizzas y algo de pasta.

- Ajá, comprendo. Pero claro, es que lo que yo necesito es un buen plato de paella, con sus gambas y sus mejillones.


- Ya, pero es que no servimos. ¿Le apetecería un plato de canelones?

- Hmmm, venga vale, mejor eso que nada. Siempre puedo dejarlo.


- Eh, si claro, ud. paga.

...


- Camarero, oiga..


- ¿Sí? ¿Algún problema?


- No, no, no está mal del todo, pero verá, es que yo echo en falta que traiga más calamares.

- Pero señor, los canelones no llevan calamares.


- Ya, ya, pero es que yo voy buscando algo con más calamares.


- Comprendo, entonces, ¿por qué pidió los canelones?


- Pues no sé, por probar.


- Bueno no se preocupe, no es problema. ¿Le traigo la cuenta?


- ¿La cuenta? No, no, no, la cuenta no. Mejor me lo como y ya está.


- Hombre no hace falta, no se esfuerce, de verdad no hay problema.


- Ya, bueno, quizá tenga razón... El caso, es que ahora ya no sé por dónde se sale...


- ¿Cómo? Por donde mismo entró claro, por la puerta.


- Si pero, yo ya les había elegido a ustedes. Me ha costado mucho decidirme y me gusta la idea de comer siempre aquí. Es un sitio bonito. Ahora ya no sé lo que me aguarda en la calle. Ni si encontraré otro restaurante mejor. ¿Puedo quedarme aquí y esperar?

- ¿Cómo esperar? Nosotros seguiremos siendo una pizzería.


- Ya. ¿Está seguro de eso?. Es igual. Si no me echa usted, me quedo.


- Bueno mire, como usted parece un buen cliente, le propongo lo siguiente. Trataremos de hacerle una pizza especial, como nunca la hemos hecho. Le pondremos de todo lo que nos ha pedido: gambas, calamares incluso veré de conseguir algunos mejillones. ¿Conforme?


- Oh sí, creo que eso sería más que suficiente para mí.


- Estupendo, nos gusta mantener a los clientes contentos.


- Gracias, sí. Prefiero estar contento.

...


- Pues aquí la tiene, ¿qué tal sabe?


- Está bastante bien, considerando que es una pizza, pero aún le falta para ser una paella. Lo siento, no me hace muy feliz.


- Entonces, ¿qué hacemos?


- Pues, no lo sé, estoy hecho un verdadero lío. ¿Puedo quedarme sentado aquí? Tomaré sólo agua.


- Me pone ud. en un apuro la verdad. Le traeré su agua claro, pero no se sienta mal, si entran otros clientes que me convengan más, tendré que pedirle que deje libre la mesa.


- Eso, me molestaría bastante. He sido un cliente estupendo, y estaré aquí siempre que me necesite.


- Si, cierto, pero, verá, es que nosotros no necesitamos nada de ud. realmente.


- ¡Cómo que no! Necesitan al menos mi dinero.

- Hombre, sea razonable, no hace falta ponerse así...


- Sí, si que hace, traígame otra pizza extraña de esas.


- Está bien, como quiera...

1 comentario:

Andrea dijo...

Es alucinante, una metáfora brutal de como nos acomodamos, de como nos quedamos en sitios que no nos satisfacen, como nos aferramos y como tememos salir a la calle.
Enhorabuena =)
Te sigo.