sábado, diciembre 15, 2012

Trescientos años de muebles felices

Acabo de ver "El hombre tranquilo" y estoy muy confundida.

Él es un hombre de los que ya no se encuentran. Guapetón, fuerte, independiente, sin vicios, comprometido y con determinación: decide cambiar una vida que no le hace feliz yéndose a su tierra a vivir la buena vida, comprando la casa donde se crió y casándose con la que más le gusta del pueblo para tener una familia con ella. Él directamente no existe, es un unicornio del que todos esperan que se le despegue el cuerno de la frente y vuelva a la realidad.

Ella está loca. Ella es irascible y orgullosa pero baila entre sus muebles y canta al piano cuando vienen a proponerle un acuerdo de matrimonio.

Se avergüenza de su marido, le chantajea sin sexo y lo abandona una buena mañana, pero se muere por que vaya a por ella a la estación y le saltan las lágrimas cuando no coge su sombrero al ganar la carrera. Es a la vez dueña y esclava de su casa. Pide y pide y pide hasta que decide que todo está como debe y se queda conforme y sumisa como sus ovejas.

Hay bicicletas, caballos, muebles heredados, tejados que reparas tú mismo con paja y huertos donde plantar flores y tu propia comida.

Justo sesenta años separan esa vida de la nuestra. La generación de mi abuela.
¿No habría alguna forma intermedia de vida entre las penurias del campo y el sin sentido de la ciudad?


PD.: Ayyy lo que me he podido reír con el repaso que le pega a la peli Ranapa en Filmaffinity. Que todos se la pasan adorando al señor Ford, pues él no. Ha llegado la hora de que alguien llame a las cosas por su nombre y a esta peli misógina sólo le faltan unos cuantos negros muertos.

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