Durante mi encierro la gente ha seguido con sus vidas, y al parecer, algunos han estado más atareados que otros:
Esto es todo lo que queda de mi fonoporta (el de la otra escalera salió indemne, como siempre).
Mi calle estaba antes plantada de pinos gigantes que enterraban los coches debajo de una pila de agujas, daba igual la estación.
Por la noche daba un poco de miedo pasar porque a algún ingeniero se le ocurrió, que lo mejor era poner alumbrado de carretera, para que la bombilla quedara bien alta, hundida entre las ramas y la acera quedase como boca de lobo.
Y claro con ese ambiente tan íntimo y los bares tan cerca, en la acera de enfrente siempre se movían siluetas de gente haciendo cosas secretas...
El balance de aquella era oscura fueron: tres lunas del coche rotas, un maletero forzado, dos veces el contenedor de basura quemado, un fonoporta pintado de negro y otro quemado.
Ahora los árboles son unos de florecitas rosas que no dan ni sombra, las farolas iluminan y el coche duerme en garaje. Pero los bares siguen ahí (¡menos mal!) y aún queda gente que cuando bebe, se viene corriendo a pargarla con nuestro portal.
Pues nada, que si alguien tiene intención de visitarme, tendrá que coger aire y darme una voz bien fuerte, que el décimo queda alto.
2 comentarios:
espero que no me lo tomen como spam, toma pedazo de petarda (no encontraba tu correo)
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a Perico Basculero:
Pues ya ves, en todos sitios hay de todo. Y digo yo... ¿para qué querrá nadie robar eso? Han tardado siglos pero ya nos han puesto otro nuevo. A ver cuánto dura
a Alberto Navarrodigooo Usuario Anónimo:
Ya está, ya me lo he comprado y de paso he dejado a cero la tarjeta como medida de seguridad ¡contra mí misma! ¿que no encontrabas mi mail? ¿¡a estas alturas!? la próxima vez prueba pinchando en la foto del jazmín, por ejemplo...
Chauu
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